jueves, 24 de julio de 2008

Un día como hoy de 1783 nace Simón Bolívar, máximo líder del proceso emancipador a principios del siglo XIX de lo que hoy son: Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, Perú y Bolivia.

BOLÍVAR NIÑO: “Mi padre que era mas bien radical y poco de los rituales de la Iglesia, quería darme el nombre Pedro, el Apóstol Mayor, el de “eres piedra y sobre esta piedra edificare mi iglesia”; pero Simón es un nombre que en la familia es más como una enfermedad de lo mucho que se repite. Una enfermedad de verdad también, porque lo llevaban tanto mi quinto abuelo Simón de Bolívar el Viejo, el primer Simón Bolívar, y mi cuarto abuelo, Simón Bolívar el Mozo, como el primer Bolívar en Venezuela. Como ambos eran a cual más de locos, esto me deja a mí como Simón Bolívar el Niño, en su digna compañía, y para muchos, más loco que los viejos Simones”.

Simón Bolívar a su edecán Francisco O´Leary
LOS PREÁMBULOS DE LA BATALLA..!: De un lado: la línea de la artillería española se prepara para recibir la carga impetuosa de la caballería francesa… Pelotones de soldados ingleses ubicados a la retaguardia, también son ordenados cuidadosamente para arremeter la embestida de la caballería española… Los cañones con sus ruedas de madera, esperan la orden de disparar sus balas de plomo sobre un numeroso contingente de jinetes ataviados con uniformes multicolores… La oficialidad sobriamente vestida, dirige las acciones desde una improvisada colina… La masacre que se avecina alerta tomar las previsiones en las tiendas de campaña estratégicamente ubicadas para atender a los heridos… Todo está preparado en espera de la orden de avanzar… Al otro lado del campo de batalla, curiosos niños de piel negra, observan la estratagema que planifica el Comandante en Jefe del Ejército, cuando de pronto, una orden superior suspende la batalla… Es hora de comer..! es la negra Matea que busca a Bolívar Niño para la merienda… Leche fresca de la vaca que pastorea en el patio trasero; el arroz con leche condimentado con clavos y canela; los dulces de coco que prepara la negra Hipólita; los esponjosos suspiros a base de huevo batido y papelón; el majarete; y el plato de fruta que nunca podía faltar con los jugosos nísperos que tanto gustan a Bolívar Niño, constituían las meriendas que cada día saboreaban los niños todas las tardes… Mientras Bolívar Niño come la merienda, los otros niños, hijos de los esclavos de la familia Bolívar, aprovechan para jugar con los soldados de plomo esparcidos en el patio… Todo un contingente militar de figuras exquisitamente talladas en plomo que, desde España, don Esteban le hizo llegar a su sobrino, como un regalo de su confirmación cuando Bolívar Niño cumplió los siete años de edad… Batallar con soldados de plomo, era el juego predilecto de Bolívar Niño: Pasaba toda la tarde planificando mil batallas, como si, su Yo interior, le vaticinara el destino que le deparaba la independencia de seis naciones, para desterrar por la fuerza de la guerra, el imperialismo salvaje y avasallador que instauró España en el Nuevo Mundo…

25 DE JULIO DE 1783: Han transcurrido 285 años, desde que el imperialismo europeo fijó su estrategia de dominar el mal llamado Nuevo Mundo... En el transcurso de todo ese tiempo, América es la fuente permanente de riquezas y esclavos para las naciones dominantes de Europa. Para el año 1777, parte del territorio que hoy conocemos como Venezuela lo constituían las Provincias de Maracaibo y Guayana, que pertenecían al Virreinato de Nueva Granada... El 8 de septiembre de 1777, el rey de España Carlos III de Borbón crea la Capitanía General, naciendo un territorio delimitado en el extenso continente sudamericano llamado Venezuela, con una superficie de 2.040.000 Km2... Las Provincias de Cumaná, Maracaibo, Guayana, Margarita, Trinidad y Venezuela, se encuentran bajo la autoridad de un gobierno central con sede el Caracas...

A partir de ese 8 de septiembre, que sin mayor relevancia pasa desapercibido de las celebraciones patrias de Venezuela, es quizás la fecha más importante para nuestro gentilicio, puesto que se trata del surgimiento de Venezuela como nación territorial, y todo ciudadano nacido en esos territorios a partir de entonces se llamará venezolano..! La explotación de América parecía ser eterna, hasta que la Providencia intervino para cambiar el futuro de esta noble tierra... A los seis años de haber surgido Venezuela como nación, en la madrugada del 25 de julio de 1783 nace en Caracas el Bolívar Niño, de nombre Simón José Antonio De La Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, hijo del Coronel de las milicias de los valles de Aragua, Don Juan Vicente Bolívar y Ponte, y una dama aristocrática de Caracas, descendiente de familia de músicos, de nombre María de la Concepción Palacios y Blanco.Para la fecha en que Bolívar Niño llega al mundo, Caracas no superaba los 40 mil habitantes, y como el resto de América, estaba dividida en castas: indígenas nativos, negros esclavos, blancos nacidos en Europa, blancos criollos, mestizos nacidos por la unión de blancos e indígenas, mulatos por la unión de negros y blancos, y en su gran mayoría pardos como producto de la mezcla generacional de: indígenas, blancos y negros… Dentro de los blancos criollos existía una clase privilegiada llamada “mantuanos”, término derivado de la prenda de vestir “manto” que usaba la alcurnia aristocráticas de la colonia... La familia de Bolívar Niño lo conformaba una de las más adineradas de América: María de La Concepción, mujer distinguida y modales aristocráticos, nativa de la ciudad de Caracas; era, según las crónicas de la época: mujer de porte distinguido, fina y delicada, silueta aristocrática y un aire indefinible que la distingue entre todas las de su rango, ojos humildes, grandes y negro de suave fulgor, a la sombra de largas pestañas. Boca de dulzura y de gracia, donde es luz la sonrisa, la bondad miel y música el acento. Tez de blancura alabastrina, con esa palidez de buen tono de las jóvenes principales, criadas en el recogimiento de las viejas casonas coloniales… Se casó a los quince años con un hombre treinta años mayor que ella, Juan Vicente, nativo de la ciudad de La Victoria, de porte clásico, al mejor estilo del criollo venezolano adinerado. Rico y opulento propietario, pasa su vida entre amenas lecturas, la inspección de sus herencias, cacerías y paseos a caballo, deberes religiosos y compromisos sociales. También fue un hombre ilustrado y liberal, y en tiempos de la colonia, llegó a ser jefe del Batallón de Aragua y Coronel de la Milicia… Del matrimonio nacieron: María Antonia, Juana Nepomuceno, Juan Vicente; Simón Antonio, y una tercera hermana de nombre María del Carmen, que murió a las doce horas de nacer y recién fallecido su padre.

Al momento de nacer Bolívar Niño, su madre padecía secuelas de una tuberculosis que le impidió amamantarlo; para fortuna del destino de América, la vecina Inés Mancebo de Miyares, de origen cubano, recién había dado a luz, y pudo compartir su leche materna con “Simoncito”, como cariñosamente lo llamaban los esclavos, mientras llegaba de la hacienda de San Mateo, una vigorosa esclava de nombre Hipólita, de treinta años, que estaba próxima a dar a Luz, y que se convertiría en la nodriza del Libertador… Años más tarde escribirá Bolívar: “Fue ella la que en mis primeros meses me arrulló en su seno… mi antigua y digna amiga, la señora Mancebo de Miyares que, en mis primeros días, me dio de mamar… Qué más recomendación para quien sabe amar y agradecer..?” Lo irónico..! El destino conspirará contra Bolívar Niño, puesto que el esposo de esa mujer que con tanto amor lo amamantó y arrulló entre sus brazos en sus primeras horas de vida, será temible adversario del Libertador y un acérrimo enemigo de la Revolución Bolivariana como gobernador de la Provincia de Maracaibo, y defensor a ultranza de los derechos del Rey de España.

Tanto los “Bolívar” como los “Palacios”, constituían la flor y nata de la oligarquía venezolana: el apellido “Palacios” provenía de la localidad de Miranda del Ebro en Castilla la Vieja; y los “Bolívar” de la región vasca de Bilbao en Vizcaya; pero sin embrago, ambos apellidos tenían varias descendencias en Venezuela, y por lo tanto, tanto María como Juan nacieron en Venezuela… El matrimonio El matrimonio habitaba una espaciosa mansión solariega de gran esplendor al mejor estilo de Sevilla, heredada por Juan Vicente, con patios interiores convertidos en jardines, ubicada entre las esquinas de Traposos y San Jacinto, en la Caracas colonial, que distaba menos de 200 metros de la Plaza Mayor; por el fondo se comunicaba con la casa del padre de María de la Concepción, Don Feliciano Palacios; y colindaba con el convento de San Jacinto.



UN DESLIZ FAMILIAR QUE EMPAÑA LA ALCURNIA DE LOS BOLÍVAR..!: El abuelo de Bolívar Niño, Juan Bolívar y Martínez Villegas, con esa visión innata para los negocios que siempre caracterizó a los “Bolívar”, compró una inmensa extensión de tierras, sobre la cual, en 1690 funda el pueblo de Villa de Cura, y que en honor a su padre, la bautiza como San Luis de Cura… Este abuelo del Libertador, igual que sus antecesores, ocupa importantes cargos públicos: dos veces gobernador de Venezuela, dos veces Alcalde de Caracas y además de Justicia Mayor de los Valles de Aragua… La sangre blanca que venía acompañando el apellido Bolívar, se ve de pronto empañada, cuando Don Juan Bolívar y Villegas se casó en segundas nupcias con Petronila de Ponte y Marín, hija de madre natural Josefa Marín de Narváez..! algo inadmisible en la sociedad mantuana de la época, por cuanto con ese casamiento se había mancillado la estirpe de blanco criollo de familiar honorables que con orgullo exponían los “Bolívar”, y con el agravante, de que los hijos de ese matrimonio pudieran ser calificativo por la sociedad de “mestizos”, si se comprobaba que, su madre Josefa, llevaba en sus venas sangre india.



Retratos de Simón Bolívar
y su hermana María Antonia


¿..PERO COMO OCURRIÓ ESE DESLIZ QUE NO PERDONABA LA OLIGARQUÍA..?: El Bisabuelo de Petronila, Francisco Marín de Narváez, era rico, y poseedor de las fabulosas minas de cobre de Aroa… Era un soltero empedernido, que no cayó en las trampas de tantas mujeres que hacían lo imposible por pescar su inmensa fortuna… A su muerte en Madrid en 1673, dejó un testamento que conmocionó a la familia Narváez, ya que en ese documento confesaba sus amores secretos con una “Doncella Indígena de Aroa”, de cuya unión nació Josefa Marín de Narváez..! es decir, que Josefa era una mestiza, como resultado hereditario de la unión de un blanco y una india… Así dejó escrito en el testamento: “Tengo una hija natural y por tal la reconozco nombrada Josefa, la cual hube en una doncella principal, cuyo nombre no mencionaré por decencia”; y por tal motivo, Petronila como hija de Josefa, podía ser acusada, no sólo de bastarda por el linaje materno, sino de mestiza, por una sociedad cruel y prejuiciosa. Por esta razón, de los cuatro hermanos, Bolívar Niño y su hermana María Antonia, heredaron las facciones mestizas de su bisabuela: pelo negro encrespado, piel canela, ojos negro azabache, y pequeña estatura; mientras que sus otros dos hermanos: Juan Vicente y Juana Nepomucena, heredaron el tipo vasco español, con pelo rubio, liso, ojos azules y mayor estatura. Rasgos que enaltece el gentilicio venezolano de Bolívar Niño, por la sangre indígena que llevaba en sus venas Simón Bolívar el Libertador.




En cuanto a la fecha del nacimiento de Bolívar Niño, siempre existió una controversia histórica, por cuanto los “dolores de parto” de María comenzaron muy entrada la noche del 24, y algunos escritores señalaron la media noche para no profundizar más en el tema, y respetar esa fecha que se venía conmemorando junto con la batalla del lago de Maracaibo del 24 de julio de 1823, cuando definitivamente fueron expulsados los españoles de Venezuela, y que se celebra como Día de la Armada Nacional. Por otra parte, durante mucho tiempo, en el resto del continente, se celebraba el 28 de octubre como la fecha del nacimiento del Libertador, por cuanto es la fecha de su onomástico “San Simón”... Pero sin embargo, la fecha de su nacimiento queda definitivamente aclarada en una carta dirigida por Bolívar a su prima Fanny du Villars:
“Mi abuelo, como Alférez Real que era, se comportaba como un viejo requete godo y sumamente beato, e insistía que mi padre me diera el nombre del santo del día en que realmente nací, el 25 de Julio, o sea el del apóstol Santiago, el mas chapetón de los santos, ya que es el único que lleva la Santidad en el Nombre y por tanto nunca se le dice San Santiago”… Para complementar aún más la aclaratoria, en conversación con su edecán Francisco O´Leary le dijo Bolívar: “Ahí mismo mi padre me cambio mi fecha de nacimiento a la del día anterior, 24 de julio, para zafarse del nombre Santiago, y para quitarse de encima a mi abuelo que por beato que fuera, no iba preparado para tamaña argucia ni se sabia tanto el Martirologio Romano como para poder chistar… Allí mismo también empezaron mis problemas con la familia Palacios: pero, me llame Simón… y no nací el 24 sino el 25 de Julio”… También le refiere el Libertador a su edecán: “Hoy se celebra la Batalla del Pantano de Vargas ocurrida el 25 de julio de 1819, y el 25 de julio fue la fecha efectiva de mi nacimiento, según me lo confirma el Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, al escribirme para mi cumpleaños y conmemoración del primer aniversario de la famosa batalla”. A partir de ese glorioso amanecer del 25 de julio, otra será la historia del mundo... Había nacido el redentor de América... el salvador... el hombre que escribirá nuevas páginas en la historia... el hombre que cambiaría el futuro del mundo..!


Con el nacimiento de Bolívar Niño, el apellido “Bolívar” se perpetuaba en América luego de varias generaciones que se iniciaron en 1559 con Simón Bolívar (el Viejo) procedente de Vizcaya, y su primer descendiente americano nacido en Santo Domingo de nombre Simón Bolívar (el Mozo), que llegó a Caracas en 1590... Un apellido de origen vasco que en su lenguaje nativo significa: “Pradera de Molino”... representado en el “Escudo de la familia”, que se exponía sobriamente a la entrada de la mansión colonial de los “Bolívar”.


A los pocos días de nacido, y como se acostumbraba en la época, el 30 de julio, lo más engalanado de la oligarquía caraqueña, se reúnen en la iglesia Catedral para el bautizo del recién nacido… No es un acontecimiento cualquiera el bautismo de un niño mantuano… Gente de pueblo de las más disímiles castas, se congregan a las puertas de la Iglesia Catedral, para aplaudir la entrada del Bolívar Niño de los brazos de la negra Hipólita… Manteniendo la distancia acostumbrada, se podían diferenciar la gente de pueblo, los esclavos y la extensa familia engalanada, que mostraban la opulencia del poder que ostentaban en la colonia…Al momento del ritual bautismal, la negra Matea alza en brazos el cuerpecito del recién nacido ataviado con un faldellín tejido en hilo blanco con bordados de organza, y confeccionado con las mejores telas traídas de Holanda, que sólo podían pagar los adinerados de la colonia.

Al momento de verter el agua bendita sobre la cabecita descubierta de Bolívar Niño, su padrino, el Presbítero Juan Félix Jerez Aristeguieta y Bolívar, quiso darle como nombre “Simón”, en honor a Simón el apóstol y predicador en Egipto y Etiopía:

Fue un acto de premonición para
quien se convertiría en el
Mesías americano:
Simón Bolívar
EL LIBERTADOR


El cortejo sale de la Catedral, precedido por un acólito que agita una campanilla… Desde la Plaza Mayor se oyen los gritos de alegría: “Que vivan los padrinos… Larga vida para el ahijado”… Como era la costumbre, el padrino lanza puñados de monedas que arrojan a la plebe que se pelea por recogerlas. Mientras un repique alborozado de campanas anuncian la celebración.

Luego… la negra Hipólita se dedicará por completo al cuidado de Bolívar Niño… Ella lo alimentará, bañará, vestirá, le enseñará sus primeras palabras y con ella dará sus primeros pasos… Hipólita criará a Bolívar Niño como si fuera su propio hijo… Fue todo un afecto de madre, que el propio Libertador reconocerá años después: “Mi querida hermana María Antonia, te mando una carta de mi madre Hipólita, para que le des todo lo que ella quiere, para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella”.

El tiempo transcurría y la salud de su madre María Concepción no mejoraba, y por el contrario, la tos se hacía cada vez más frecuente, como resultado de la tuberculosis, que como una maldición, empañó la felicidad de los “Bolívar”, y como se sabe, llevará a la tumba al Libertador… mientras tanto, la negra esclava suministraba la leche materna que lo alimentaba rozagantemente.

Bolívar Niño era fantasioso, extrovertido, alegre y juguetón. Por ser el menor de la casa, era el consentido de los esclavos, con los cuales compartía muchas horas del día... Ese acercamiento con la esclavitud, sembró en él ese sentimiento de afinidad, justicia, solidaridad e igualdad entre los hombres, por el cual vivió y lucho hasta la muerte... Desde tempranas horas de la mañana, Bolívar Niño atormentaba a todos los presentes, recorriendo los largos pasillos coloniales con su caballo improvisado en una escoba de espiga de trigo, y una corta espada de madera que le fabricó un fiel esclavo… Desde niño, Simón Bolívar ya se perfilaba como el intrépido guerrero, que con su inseparable espada, le quitará a España los cinco reinos más importantes en el Nuevo Mundo.

El niño Simoncito, como lo llamaba Hipólita, era festejado por todos los vecinos y amigos de la familia, y en especial, por las dos familias que engrosaban el parentesco familiar: los Bolívar y Ponte por el lado paterno, y los Palacios y Blancos por su madre; ellos todos, de lo más representativo de la oligarquía de la capital... Sus cumpleaños era todo un acontecimiento, que reunía en su casa lo mejor de la sociedad caraqueña… De todos los regalos que recibía, siempre recordaba lo original de su tío Esteban, hermano de su madre, hombre culto y refinado, que había asimilado al ambiente europeo en su manera de vivir… Recordaba Bolívar: “eran con frecuencia animales poco familiares a los niños: una ardilla, una tortuga, un venadito, un loro, y hasta en una oportunidad me dio un burro”… Las travesuras, las gracias, las reflexiones de niño despierto y precoz que fue en edad muy temprana, lo hacían un personaje en miniatura que ocupaba la atención de todos… En su precocidad y viveza innata, gustaba participar en la conversación de los mayores, y no se quedaba callado como sus hermanos; por lo demás fue un niño común y corriente, que jugaba con los de su edad los juegos infantiles: el palito mantequillero, el gárgaro malojo, la gallinita ciega, el escondite; y disfrutaba los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo, entre otros, de labios de su mamá o de la negra Matea… La cruda realidad de la vida se manifiesta en Bolívar Niño el 18 de enero de 1786, con apenas dos años y medio, con la muerte de su padre con sesenta años de edad, luego de una penosa enfermedad ligada a la tuberculosis.

LA TRAGEDIA ENLUTA LA FAMILIA BOLÍVAR..!: Con tan sólo 26 años de edad, su madre María Concepción era una mujer enferma, y una viuda que criaba a sus cuatro hijos, situación desventajosa que quisieron aprovechar los parientes sediciosos de la fortuna familiar... María Concepción no contaban con la protección de la figura paterna, sumamente importante en la sociedad clasista que imperaba en la población caraqueña, sin embargo, tomó las riendas de la familia y los negocios, contando siempre con la colaboración de su padre Don Feliciano y de sus hermanas, Josefa y María Ignacia, quienes se encargaron de Bolívar Niño como madres sustitutas... María hacía lo imposible por llenar ese vació paterno en la vida del menor de la casa... Cuando el majestuoso Ávila con su neblina bañaba la ciudad de los techos rojos, anunciando la caída de la tarde, el pregonero recorría las calles anunciando las últimas noticias, y con su candil encendía los faroles de aceite que alumbrarían las calles empedradas, María reunía a sus hijos en el solar del aguamanil, para interpretar con su flauta una canción de cuna de suaves melodías, mientras arrullaba entre su regazo al incansable y travieso Bolívar Niño… Era una música de paz y amor muy popular entre las madres para dormir a sus hijos, cuya melodía inspirará a Juan José Landaeta para componer la partitura musical de nuestro Himno Nacional... Cuando cumplió los siete años, el obispo de Caracas, según la costumbre católica, le administró la confirmación, y, muchos años después, hablaba el Libertador de los innumerables regalos que recibió ese día, los cuales compartía con sus hermanos… Bolívar Niño se mostraba fogoso, entusiasta, indómito, y se enfurecía con facilidad sin hacer caso de los regaños… Era un niño rebelde..!. En el mismo ambiente capitalino de Caracas, los “Bolívar” tenía otro escenario de convivencia familiar… Era la quinta campestre llamada “Cuadra de los Bolívar”, ubicada a orillas del gran río Guaire, como nos dice Picón Lares:

“Fue la primera vivienda campesina que el gran hombre habitó, y decimos campesina porque esta quinta de recreo, edificada por Don Juan Vicente Bolívar, allá por el año de 1790 se hallaba por entonces en pleno campo, en uno de los pasajes más hermosos de las vegas del Guaire, lejos de caseríos y del bullicio de la heráldica ciudad del Ávila”.

Bolívar Niño disfrutaba a plenitud la libertad y el contacto con la naturaleza que le brindaba las riberas del río, donde jugaba con sus hermanos chapoteando o lanzando piedras al agua, mientras su madre descansaba respirando el aire puro que le llevaban vida a sus pulmones… La “Cuadra de los Bolívar” se convirtió en un lugar prominente para María Concepción, donde se reunía con sus amigos y familiares, y donde se celebraban los cumpleaños de Bolívar Niño. Los aires del campo parecían recobrarle la salud a su madre, quien visitaba con frecuencia, junto con sus hijos, su hacienda de San Mateo… Allí en la majestuosidad del campo y la vida salvaje, Bolívar Niño pudo entrar en contacto con la naturaleza tropical, mientras pasaba temporada muy animado en compañía de los niños esclavos… Un biógrafo de Bolívar, el chileno Baeza Flores, ha imaginado una escena que tiene como protagonista a Bolívar Niño, en ese ambiente rural, y de cuyas investigaciones, se desprende un episodio muy ajustado a la realidad:

“La mañana es hermosa; el sol y polvo; llanuras y montañas; el escenario es inmenso y el cielo como un mar infinito, casi inmóvil; las nubes viajan lentamente como blancos rebaños. San Mateo es una vastedad agreste y laboriosa a la vez. Caracas, la capital, queda un poco lejos. En San Mateo el aire tiene una vitalidad como de potro desbocado; da gusto respirar. El río serpentea con música bravía; el relincho de un caballo blanco pone agitación en la mañana. El caballo tiene un caminar brioso, elegante, gallardo. Un negro esclavo le trae de la brida, le habla al animal como si el caballo comprendiera. Viene la bestia ricamente ensillada, las bridas son firmes, de cuero bien curtido; el niño de ocho años está emocionado porque el caballo blanco que trae el esclavo negro es el regalo para sus ocho años. Algunos otros esclavos presencian la escena. Hacia un costado está la madre joven todavía y ya viuda, delicada y bella. Al lado de la dulce ama de esa rica comarca está Hipólita la sirvienta leal, la consentidora del muchacho. Bolívar Niño el muchachito de ocho años es huérfano de padre, el menor de cuatro hermanos; ahí están con los ojos abiertos presenciando la escena: Juan Vicente, Juana y María. El muchachito de cabellos castaños y estampa enérgica ha subido al caballo, sus piernas se aprietan con infantil firmeza, como queriendo soldarse al animal. El caballo blanco se impacienta, pero el niño no tiene miedo… Los negros que cargan el añil, el café y el cacao se han quedado mirando con admiración infantil al jinete; el muchachito quiere demostrarles a todos su pericia sobre la cabalgadura; su madre está inquieta: “Cuidado Simón”… pero el niño sonríe, sabe hacerse obedecer por el caballo grande y hermoso. Bolívar Niño va galopando lejos, tan lejos que casi se pierde de vista… “Es demasiado hombre ese muchacho”, dice un viejo sentencioso del valle… “El difunto que en paz descanse, debiera estar aquí, para ver esta mañana al patrón”… Es el elogio espontáneo de la gente ruda y sencilla, pero que casi nunca se equivoca… “Llegará lejos”, dice el mayordomo… Claro que llegará lejos pues posteriormente galopará sin tregua para cumplir el gran papel de caballero de la gloria y de la libertad”


POR SEGUNDA VEZ LA TRAGEDIA ENLUTA A LA FAMILIA BOLÍVAR..!:
Las calamidades y el vacío de afecto llegan a la vida de Bolívar Niño: Su madre es trasladad con urgencia a Caracas… A pesar de los cuidados médicos, su quebrantada salud cedió a la tuberculosis, y el 6 de julio de 1792, muere, cuando Bolívar Niño estaba próximo a cumplir los 9 años de edad… Con la desaparición de María de la Concepción, la familia “Bolívar” se disgregó de la noche a la mañana: Su abuelo Don Feliciano Palacio, casó a sus hermanas prematuramente antes de cumplir los 15 años de edad… su madre de leche, la esclava Hipólita, se fue con su hermana María Antonia, y Simón junto con su hermano mayor, Juan Vicente, quedaron bajo la tutela del abuelo materno y padrino, Don Feliciano... Su familia desaparece en el dolor, el llanto, la melancolía y los intereses mezquinos de los herederos por apropiarse de la fabulosa fortuna de los “Bolívar”.

Durante el día, Bolívar Niño estudiaba en su casa natal con la seguridad que le brindaba su “mama”, Matea, como él llamaba a otra esclava, que junto con los otros niños esclavos, eran sus compañeros de juegos... Por la noches, dormía donde su abuelo y tías… No obstante su corta edad de nueve años, todos estos acontecimientos van fortaleciendo la personalidad de Bolívar Niño frente a las calamidades... Será una personalidad que deslumbrará al mundo, como una intensa luz en la oscuridad de América, que aún brilla en el corazón de los bolivarianos.

POR TERCERA VEZ LA TRAGEDIA ENLUTA A LA FAMILIA BOLÍVAR..!
Cuando el dolor por las muertes de sus seres queridos parecía quedar atrás, y el amor de sus tías intentaba apaciguar la soledad y el desasosiego que influía en la personalidad de Bolívar Niño, la tragedia llega nuevamente a la vida de Bolívar Niño: A los pocos meses, en diciembre de 1793, muere su abuelo Feliciano, y las autoridades lo separan de su hermano mayor, y sus tías que debieron casarse prematuramente… Ahora Bolívar Niño está totalmente sólo..! Su abuelo había destinado tutores separados para los dos hermanos: para Juan Vicente encargó a su hijo Juan Félix Palacios y Blanco, y para Simón, su otro hijo Esteban, pero como éste se encontraba en España, las autoridades lo entregan a su otro tío Carlos Palacios y Blanco.

Razón tenía su abuelo de no designar a Carlos como tutor de Bolívar Niño, puesto que era mal humorado, hombre de negocios, soltero, y con una vida muy activa, lo cual no le permitía dedicar el tiempo y la atención que requería un niño de tan sólo nueve años... El tío Carlos gastaba a manos llena la fastuosa herencia familiar del niño, delegando en los esclavos su cuidado y educación… A partir de entonces, se convierte en un niño realengo, que desde la mañana, se reunía con otros muchachos para jugar en la calle… No estudiaba, su aseo personal era descuidado, y hasta había adquirido un vocabulario vulgar propio de la gente de pueblo… Un perro se convirtió en un compañero inseparable, que lo acompañaba al campo donde pasaba la mayor parte del día… La añoranza por el amor de sus padres y sus hermanos, lo llevaba a refugiarse en la casa de su hermana mayor, María Antonia, quien luego lo convencía de regresar nuevamente a la casa de su tío.

Pero el 23 de julio de 1795, la tristeza, la soledad afectiva y el aburrimiento hacen mella en el estado anímico de Bolívar Niño… Acostumbrado a los preparativos de la fiesta de su cumpleaños, ese año que cumpliría los doce años no había nada programado… Se fuga de la casa de su tío para refugiarse donde su hermana María Antonia… Así lo participó su hermana junto con su esposo Pablo Clemente y Francia, a la Real Audiencia; y tan abandonado estaba el niño, que cuando aquel Tribunal comenzó las diligencias, no encontró a quién dirigirse, dejando constar en Acta lo siguiente: “Don Esteban, el tutor en propiedad, se encuentra en España, y Don Carlos, el interino, no estaba en Caracas. Ordena que Simón permanezca por ahora con su hermana, haciendo saber a Don Juan Nepomuceno Ribas, y Don Francisco Palacios, o el que ellos estuviere encargado de su asistencia, le contribuya los alimentos correspondientes” Carlos que no estaba dispuesto a renunciar a la administración de los bienes de su sobrino, utiliza todas sus influencias para recuperar a Bolívar Niño… El caso se hizo público y conmovió la sociedad caraqueña… Por los momentos, Bolívar Niño permanecía al cuidado de su hermana… Desde España, el otro tío, Esteban, le escribe a su hermano Carlos: “Destruye primero las rentas del pupilo antes de hacer valer tus derechos… si te quita tu tiempo, enciérralo en un colegio”… La avaricia por la fortuna era patética… En una de sus exposiciones ante el Tribunal, su tío Carlos expone: “El pupilo me venera y se sujeta ciegamente a mi voluntad, estoy cierto de que me profesa mucho amor”… en cuanto al descuido que presenta el niño: “Propongo trasferirlo a la casa de Don Simón Rodríguez, maestro de la Escuela Pública de Primeras Letras, que siendo un sujeto de probidad y habilidad notorias y estando destinado por su oficio a la enseñanza de los niños, podía más cómodamente proveer a la educación de éste”… A su vez, acusa a María Antonia y su esposo, de codiciar la herencia de Bolívar Niño… Al final de la disputa entre María y su tío Carlos, el Tribunal se inclinó a favor de Don Carlos Palacios; y así lo narró María Antonia: “A la hora señalada, a las ocho de la noche, se trasladó el Tribunal junto a Carlos. Simón se negó ir con su tío, y se aferró a mis faldas, y Yo lo sujetaba… La bulla que ocasionaron los gritos y lágrimas del menor, se juntó en la calle no poca gente, y entre ella don Feliciano Palacios, hermano de don Carlos, y éste viendo resistencia de Simón, y que permanecía asido a mí, le dio un golpe en los pechos y lo hizo desprenderse, momento que aprovechó Carlos para echarle mano y llevarlo a rastras hasta la calle. Las autoridades evitaban que mi esposo don Pablo Clemente me auxiliara, y que los vecinos intervinieran a favor del menor”… Llevado por la fuerza ante los representantes del Tribunal, se le planteó a Bolívar Niño volver a la casa de su tío Carlos, pero Simón se negó rotundamente..! Ante la altivez del menor, su arrogancia para responder, y su precocidad para exigir sus derechos a las autoridades, los magistrados se dieron cuenta que no trataban con un niño caprichoso y malcriado de 12 años, sino ante un joven conciente de sus deberes y derechos… Luego de discutir el caso, le propusieron firmar un “Convenio de Obediencia”, documento que estaba reservado a los hombres, el cual condicionaba su actitud de allí en adelante: 1) Me comprometo a asistir a las clases puntualmente 2) Me comprometo no fugarme más 3) Me comprometo a salir únicamente al lado de mi maestro y su compañía... Cabe destacar la férrea personalidad de Bolívar Niño, cuando luego de firmar el convenio, sin vacilar se dirigió a los presentes y con voz clara y firme les dijo: “Ustedes pueden hacer con mis bienes lo que quieran, pero con mi persona, no..! Si los esclavos tienen libertad para elegir amos, a mí no me la pueden negar para vivir en la casa que me agrade”... Luego de un momento de reflexión de todos los presentes ante las palabras aleccionadoras de ese niño, los magistrados aceptaron la proposición de Bolívar Niño para mudarse a la casa del maestro Simón Rodríguez.

Con esas palabras reverentes de un joven de 12 años, atrás quedaba el Bolívar Niño que todos llevamos por dentro, para convertirse en el Bolívar inmortal que reivindicó a todo un continente… A partir de ese instante, América daba sus primeros pasos de rebeldía, al salir de la conformidad y la resignación en que la habían sumido 300 años de esclavitud europea... Ahora la libertad tendría una voz de auxilio... Bolívar..! cuyas palabras aún resuenan en cada rincón del continente, y sus pensamientos y reflexiones son una oración en el corazón de los hispanoamericanos.

En su niñez, simoncito no contó con el apoyo de sus seres más queridos… Como todo niño huérfano, se acostumbró a la soledad, al desasosiego y al infortunio, inmerso en su frustración anímica, que engendró en él una rebeldía y un carácter decidido y emprendedor, que moldeó su personalidad hacia la inteligencia para sobrevivir en la adversidad, y sembrar en su corazón el sentido de la universalidad, la libertad y la justicia; características que forjarán a un hombre con temple de acero, que fue capaz de asumir la responsabilidad de enfrentar las naciones más poderosas del planeta; dirigir simultáneamente los destino de seis vastas regiones más grandes que la Europa misma, y legislar como ningún jurista en toda la historia universal.

Bolívar es el ejemplo para demostrar que la felicidad no está en el dinero... Nos enseño que no existen obstáculos dolorosos e insalvables para superarse en la vida... Su ejemplo está en la perseverancia, la rectitud y la tenacidad para lograra los objetivos por muy inalcanzables, cuando existe honestidad, lealtad, y amor a sus semejantes… pero sobre todo, si se tienen metas e ideales incorruptibles. Bolívar Niño, lejos de acomplejarse por las calamidades vividas en tan corta edad, siguió adelante hasta convertirse en el Bolívar de ayer, hoy, mañana y siempre..!


La Caracas de Bolívar Niño

(vista perpendicular de la calle de la Casa Natal - izquierda)

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